Por: Marizabel Blanco Sifontes1
1 Marizabel Blanco Sifontes. Soy mujer trabajadora, sensible, comprometida, soñadora, amante de la paz, la fraternidad y las buenas relaciones, perfeccionista, estudiosa, creativa y tenaz. Respetuosa de las jerarquías, la experiencia y los méritos de los demás. Soy amorosa, decidida y colaboradora. Mi mayor deseo es ver que mis hijos son capaces de labrase un futuro de facilidad, felicidad y abundancia, verlos sanos y seguros andando por los mejores caminos que puedan escoger. mi familia, mi hogar y mi patria, soy orgullosamente afrovenezolana. Es la mayor de 3 hermanos producto de la unión entre Benito Blanco (+) y María Sifontes, nacida en Rio Chico, capital del municipio Páez del Estado Bolivariano de Miranda, pleno corazón de Barlovento. Casada con Miguel “Miguito “ Urbina, madre de Samuel Alejandro (24) y Samantha Isabella (14) Estudió Trabajo Social en la UCV donde fue activista y comenzó su vinculación a la investigación en comunidades afrovenezolanas de la mano de Chucho García Miguel Urbina y Luis Bigott. Recién graduada ingresa al CONAC y desde la Dirección de Desarrollo Regional se articula con las organizaciones culturales afrovenezolanas, se forma en materia de planificación y se forma en traialéctica del desarrollo.
Hace parte del equipo del plan bolívar 2000 y allí aporta al esquema y concepto de las redes socioculturales propuesta por Bigott. Asume la dirección municipal del programa de desarrollo sociocultural municipal de Andrés Bello, crea la fundación para el desarrollo planificado de las comunidades (PLANDES) Asume la coordinación del proyecto especial Celebración de los 150 años de la abolición de la esclavitud en Venezuela (2004). Es delegada por Mincultura a la Comisión Presidencial contra el racismo en el sistema educativo, Coorganiza la entrega de la orden Jose Leonardo Chirinos. Produce los eventos internacionales El cacao es nuestro el chocolate es de todos en sus tres ediciones, es llamada para diseñar y poner en marca la Oficina de Enlace con Comunidades Afrodescendiente (2005) del recién creado Ministerio del Poder Popular para la Cultura y desde allí impulsa el encuentro de experiencias de censos y estudios de población afrodesceniente en América Latina, impulsa la incorporación de la pregunta de autoidentificación afrodescendientes en el censo 2011. Articula el apoyo de UNICEF para el proyecto Cátedra libre de percusión de barlovento (beneficiando a 300 niños de zonas rurales) y Creación Literaria en 8 estados del país (700 niños) impulsa el mes de afrovenezolanidad en las plataformas culturales. Impulsa la creación de la colección de imágenes postales sobre la afrovenezolanidad. Impulsa la creación de FUNDAVASALLOS y por su labor la nombran mayordoma honoraria para las 23 cofradías de Vasallos San Benito del eje panamericano del Sur del Lago (estados Zulia, Mérida y Trujillo) del asume la Dirección General De La Casa del Artista (2008) desde donde se ocupa por la atención social de los cultores y cultoras afrodescendientes del país. Asume la Dirección General, luego la Secretaría y paralelamente la Vicepresidencia de Incodir (2013-2014) logrando materializar la creación y puesta en marcha del instituto. Dirige la realización del primer congreso internacional contra la Discriminación Racial , asume la secretaría ejecutiva de Conadecafro (2015) y allí impulsa la rectificación de acciones acordes a la misión institucional, propone los lineamientos generales del plan nacional del decenio afrodescendiente (2016), dije l realización de la jornadas de transversalización del enfoque de derechos humanos con pertinencia afrovenezolana (2017) Elabora la propuesta de decreto de la política pública del decenio, coordina del proceso de acompañamiento para el 2do Congreso Nacional del Pueblo Afrovenezolano (2019). Asume la co-redacción y coordina la elaboración de la Agenda Programática Afrodescendiente y Plan Nacional del Decenio afrodescendiente(2018-2019). Coordina el panel del Seminario Internacional Virtual Clacso por los 20 años de Durban: Afrovenezuela en 5 momentos (2021) y actualmente (2022) hace parte de la Secretaría Técnica de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad Histórica del Colonialismo, Genocidio y sus Consecuencias en Venezuela y América.
Léila, una vida de vivencias convertida en inspiración.
Leila González, fue la número diecisiete de dieciocho hermanos en un hogar de los centros populares de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, Brasil, fruto de la unión de Acácio Joaquim de Almeida padre de Leila, uno de los miles de hijos de africanos esclavizados que nacieron en Brasil durante la vigencia de la Ley de vientres libre, que permitía que los hijos de mujer esclava que nacieran desde la fecha de su expedición fuesen considerados libres siendo esto el preámbulo de la llamada Ley Dorada que decretó la abolición de la esclavitud en Brasil en mayo de 1888 (Uribe, 2019) y su madre Doña Urcinda dos Anjos, quien revelándose frente al casamiento que se pretendía hacer luego de una “trasgresión” de un italiano, prefirió unirse en matrimonio con aquel hijo de esclavizados que nació siendo un hombre libre.
Leila vino al mundo un 1° de febrero de 1935 y vivió por épocas entre Rio de Janeiro y Minas Gerais. Desde el año 1942, estando en Rio de Janeiro y tras la muerte de su padre los hermanos y las hermanas mayores asumieron el sostén de la familia, incluyendo la posibilidad de que Lélia accediera a una buena educación, en una época en la que no era común ver a una mujer humilde y además negar, estudiando. Venciendo grandes dificultades, gracias a la solidaridad de su familia, Lélia rompió el estándar de baja tasa de escolaridad entre jóvenes negras y pasó con éxito por los mejores colegios públicos, además recorrió el camino hasta graduarse en Historia y Geografía en 1958 y en Filosofía en 1962, egresando de la actual Universidad del Estado de Río de Janeiro.
Una vez graduada, trabajó como docente, se independizó económicamente. Por esos años de dictadura militar en el país, se censuró su matrimonio con su novio de la universidad, Luiz Carlos Gonzalez, “un hecho que incidió significativamente en su futuro, porque la familia de él, especialmente su suegro, la sometió a maltratos, abusos y vejaciones por su condición racial; razón por la cual su esposo rompió con su familia, buscando proteger a Lélia. Pero, el hombre no soportó el permanente acoso de su familia y terminó suicidándose, en 1965; lo cual, obviamente, destrozó personalmente a Lélia, quien decidió irse a Minas Gerais, a una especie de retiro, de reencuentro, de reconstrucción personal. Allá, luego de haber vivido el racismo de tan cruel modo, Lélia Gonzalez será más consciente de la existencia de ese fenómeno en Brasil y de la falacia de la Democracia racial pregonada por el Estado brasileño”. (Uribe, 2019)
Luego de la muerte de su madre en 1967 comienza a publicar sus primeros escritos e incursiona laboralmente en la universidad de Rio de Janeiro donde de nuevo vive la discriminación y el racismo de la hegemonía blanca de la intelectualidad brasileña. Son estas experiencias las que llevan a Leila a la búsqueda de respuestas y comienza a encontrarse con verdades que fueron escondidas intencionalmente por la historia oficial. Estudia literatura, historia africana y el camdomblé, una religión de su tierra pero de raíz africana, así mismo se incorporó a movimientos sociales afrobrasileños, a las escuelas de capoeira, estudió psicoanálisis y reflexionó sobre todas sus vivencias racista y de discriminación racial por las que había pasado en su vida además de observar analíticamente la situación de otras mujeres negras en ese país. “Por esa vía, Lélia concluye que su formación le ha blanqueado la conciencia, que ha actuado como si no fuera negra; y que Hegel es un cretino por haber afirmado que África carece de historia” (Uribe, 2019) desde acá Leila Gonzáles se hace más observadora de los mecanismos de discriminación que pone en práctica la sociedad brasileña, y de igual forma identifica esa misma situación en América Latina, se hace crítica del estado racializado y comienza a deconstruir y a la vez a darle forma a lo que sería luego una de las propuestas teóricas que luego pasará a ser referencia obligada del pensamiento latinoamericano.
Leila militante y prolífera intelectual
Léila logra hacer una deconstrucción conceptual de la justificación creada alrededor de la política de Democracia Racial en su país a partir de la leyenda de Mae Preta, que no pasaba de ser la romantización de un despojo que incluía quitarles hasta la leche materna a las mujeres negras, mediante el uso del icono de la “Madre de leche”, como supuesto símbolo de unas relaciones armoniosas y de colaboración entre los amos y sus esclavas.
Lélia no solamente desmonta el falso constructo propiamente dicho de creer que es armonía la imposición de una práctica a costa de los propios hijos de las esclavas; sino que denuncia que muchos de esos hijos, cientos, miles, eran producto de las sucesivas y denigrantes violaciones de amos y capataces, con lo cual se configuraba una total desposesión y expropiación del cuerpo de las mujeres esclavizadas, y ello era una prueba irrefutable de racismo que ocultaba la supuesta democracia racial. Develó la negación del racismo como expresión del sistema neocolonial imperante, así como el racismo oculto en Brasil, permitió ver como éste adopta múltiples caras para disfrazar y justificar la opresión de unos sobre otros blancos sobre negros (e indígenas) o también hombres sobre mujeres. Su trabajo permitió comprender cómo se han hecho ver como normales las ventajas comparativas de los opresores sobre los oprimidos, que hoy día las voces de intelectuales, líderes y lideresas de ese país continúan denunciando como se agudiza ese modelo colonial que sigue vivo a lo largo y ancho de todo el continente.
En junio de 1988, un mes después de haber organizado la multitudinaria Marcha contra la Farsa de la Abolición en el centenario de la Ley Aúrea brasileña; cuando ya gozaba del respeto y el reconocimiento internacional, tenía fundado el Movimiento Negro Unificado, había sido designada por el Presidente Sarney como integrante del Consejo Nacional de Derechos de la Mujer -por cuya creación luchó durante varios años-, Lélia Gonzalez publica entonces su obra máxima con el ensayo “A Categoria Político-Cultural Da Amefricanidade” en español: La Categoría Político-Cultural de Amefricanidad.
Esta novedosa y creativa categoría de Amefricanidad es una idea que aporta una epistemología para acercarnos, por un lado, a la comprensión de las manifestaciones explícitas o abiertas así como a las soterradas o encubiertas de racismo, cómo la herencia colonial y el rezago de instituciones pre-capitalistas, capitalistas y patriarcales penetraron nuestras sociedades y se mantienen vivas de diversas formas abiertas o sutiles en las relaciones sociales, orientando el pensamiento, las miradas y comportamientos de personas, colectividades e instituciones.
La Améfrica ladina de Leila González
Gonzalez planteó la categoría de Améfrica Ladina para denominar a todos los descendientes de los africanos y las africanas que llegaron a la fuerza, por el tráfico esclavista, y a quienes llegaron a América antes del “descubrimiento”, entendido como un enfoque epistemológico y político que rompió con el discurso académico eurocentrado en un esfuerzo para entender y responder ante la realidad de las mujeres negras brasileñas pensado, analizado y construido desde la misma experiencia de las propias mujeres negras, lo cual es hoy reconocido como uno de los núcleos de la propuesta feminista descolonial de los movimientos feministas del continente.
Améfrica Ladina surgió de procesos comunitarios y colectivos locales que fueron reflexionados a partir de la propia vivencia social, cultural y espiritual de Leila en compañía de las militantes de los movimientos sociales, organizaciones religiosas y culturales donde se articuló a otras personas que compartían algunas vivencias, mas tarde esa construcción fue nutrida de los aportes de pensadores afrodescendientes y feministas de América Latina. Es lo que Leila mencionaba como la necesidad de una producción de conocimiento localizado (Gonzalez,1983) es decir, un conocimiento a partir de la experiencia, de los contextos particulares, la historia propia como fue el resultado de la sistematización de su experiencia analizada desde las triangulaciones que sus estudios en distintas áreas académicas y saberes culturales aportaron para hacer un tejido explicativo, que hoy conocemos como la interseccionalidad (Crenshaw,1994) y por otro lado colonialidad del saber (Lander,2000) en el cual se explica los mecanismos que legitiman la imposición del concepto eurocéntrico de hombre y sociedad sustentada en la falsa creencia de superioridad por encima del resto del mundo.
Esta apuesta a la forma de generar conocimiento teórico sobre la realidad de las mujeres negras, va a permitir identificar las particularidades surgidas en la colonia y durante el proceso de formación de la sociedad. Por eso partiendo de un análisis de los estereotipos aplicados a la población afrobrasilera, González logra ver y comprender los impactos aún presentes en el siglo XX de su historia colonial. Al mismo tiempo determina que lo negro se ha negado como componente central de la construcción de América (González, 1983). Explica que esto ocurre al priorizarse la latinidad como fundamento de la conformación de nuestras sociedades, que a través de un proceso de “blanqueamiento” donde se incluyen estrategias discursivas, como la que existió en la llamada democracia racial de Brasil, se asemeja a lo que sucedía en el continente, donde no se reconocía que, sin el componente negro no existiría la América de la segunda mitad del siglo XX, y que para permanecer aquí las y los esclavizados y sus descendientes tuvieron que resistir astutamente de maneras particulares, y es esta realidad la que ella denomina la noción de astucia la génesis de la construcción de Améfrica Ladina.
La categoría Améfrica Ladina nos dice que no podemos entender el presente de nuestras sociedades racistas sin analizar los impactos de la trata transatlántica, la invasión europea en el Abya Yala y el proceso colonial que afectó tanto en los cuerpos racializados como en la construcción de las relaciones sociales en todas las sociedades actuales de nuestro continente. Esto nos lleva a dar una mirada interseccional que aborde de manera integral la composición de la dominación en torno al sexismo, el racismo, el clasismo, el imperialismo y el poder, donde la mujer, sea negras en tanto mulata, madre negra y empleada doméstica, se llevan la peor parte porque se le encasillan sus identidades y posibilidades de ser , entrampadas en las estrategias discursivas de la democracia racial por ejemplo, de la negación de la historia, (pasada, y actual) e incluso de la negación de la existencia de los aportes de negras y negros y sus descendientes, por lo que dice Leila se les negó su humanidad (González, 1983).
La categoría nos permite también comprender que en medio de la historia de dominación colonial y su mantenimiento ejemplificada en la política de democracia racial brasilera, o en cualquier otro tipo de racismo enmascarado puestos en práctica en cualquier Estado-nación de la región, los sujetos, especialmente las mujeres racializadas, desarrollaron creativas estrategias para resistir. Es decir, que en esa experiencia de dominación se construyó tanto un sujeto dominador como otro que aprendió a poner el pecho y transformar su realidad para sobrevivir, Esto en Venezuela es ejercer el cimarronaje activo, como lo hicieron nuestras y nuestros referentes históricos afrodescendientes en los numerosos Cumbes. En este sentido Leila continua su propuesta invitando a reflexionar sobre el proceso de construcción del sujeto dominado, se pregunta por cómo la dominación se establece desde procesos de alienación en los que el dominado aspira a parecerse al dominador, y en los que opera la domesticación, y se interroga cómo en dicha alienación, la conciencia excluye lo que la memoria incluye, dándole peso a los proceso de reconstrucción de la historia desde la oralidad, desde la gente, desde los sujetos mismos que se apropian del proceso de construcción de la historia no escrita para que allí emerja la verdad. Es una apuesta constante a la construcción y deconstrucción del marco de dominación y de las relaciones de poder que son evidentes en las posiciones de clase, género y raza, sino en la entre los sujetos dominados, las exclusiones, las imposiciones mutuas y el sectarismo.
A veintiocho años de su partida (el 10/07/1994) Leila le legó al continente, a los mas de ciento ochenta millones de afrodescendientes y en especial a los millones de mujeres negras y/o afrodescendientes que pueblan esta región afrodiaspórica, una mirada propia, un discurso y un pensamiento que explica lo que somos, cómo nos vemos, cómo nos identificamos y hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos emancipadores para la dignificación de la vida mediante la adopción de herramientas teóricas, narrativas y nuevas prácticas para desmontar el racismo y la discriminación racial en esta Améfrica ladina.
Referencias consultadas
Collins, Patricia Hill (2000). Black Feminist Thought: Knowledge, Consciousness and the Politics of Empowerment. Nueva York: Routledge.
Gonzalez, Lélia. 1988. “A categoria político-cultural de amefricanidade”. Tempo Brasileiro,
Lander, Edgardo. 2000. La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. CLACSO. Buenos Aires
Uribe. H, Julio César Lélia Gonzalez Améfrica Ladina su patria, Pretugués su lengua
Nota: las fotos son del sitio http://www.projetomemoria.art.br/leliaGonzalez/
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